Thursday, September 23, 2010

EL ALMA-CEN Guitele Chernitzky

EL ALMA-CEN
Guitele Chernitzky

MÁS-CARA

Hace ya tiempo que no pegaba mi frente en un ventanal, ¿recuerdas?, como cuando éramos
chiquitos y nos deteníamos a ver tras del vidrio bien limpiecito de las panaderías antiguas
pastelitos copeteados con crema –de esa que todavía se hacía batidita y toda la cosa–, o
juguetes adornados, que imaginábamos lo solos que se sentirían de noche en ese aparador
lleno de lienzos de tela para hacerlos lucir. A mí me encantaba empañar el vidrio con mi
aliento, y luego dibujar ositos o corazones; me imaginaba que algún ángel los vería. Y
aquí, nostalgiando, tengo pegada mi frente en una ventanita del avión, mientras escribo
esta columna…

Quiero apurarme porque no tardan las azafatas en dar las instrucciones y yo siempre
presto atención por eso de las flais. [“Estimados pasajeros, bienvenidos a Shubidubi
Airlines. Nuestro vuelo será de tres horas aproximadamente y volaremos a tres mil
doscientos punto tres y medio metros de altura…”]. Es mucho ¿no? digo, ¡no exageren
porque espantan! Volteo a ver a los demás pasajeros, nadie parece nerviosito, pero a mí no
me engañan.

Me dejo ir en mi pasatiempo favorito y empiezo a analizar a mis vecinos de
asiento. [“… cumpliendo con normas internacionales –sigue la señorita de sombrerito
que le confiere status de ‘experta del aire’– les indico que tenemos cuatro salidas de
emergencia…”]. Emergencia la que ha de tener el señor que está a mi lado, todavía
no apaga su celular y yo si le voy a aplicar la mirada de “lo estoy viendo ¡ehhhhhh!”
[“… debajo de sus asientos se encuentra el chaleco salvavidas –ya me estresé–
y metan la mano por aquí y le soplan duro para que se infle…”], ya me dieron ganas de
ir al baño, porque de tan solo pensar en que no me alcance el aire para inflar el famoso
chaleco se me altera el estómago. La señora del otro lado se ve que vive volando y no está
atenta; así ha de ser en su vida [“… cuando se prenda la señal de no fumar, apagarán sus
cigarros, y favor de mantener su cinturón de seguridad hasta que el capitán les avise…”].

No resisto las ganas de empañar la ventanita y dibujar, pero no vaya yo a ir en
contra de las normas internacionales y entonces sí. Sólo para disimular mis nervios, hago
como que tomo las instrucciones escritas y me invade la idea de que aquí, en el aire,
todo se vive sin vínculos y sin límites, todo lo contrario de lo que sucede en las áreas del
aeropuerto donde se despide a quienes parten y donde se recibe a quienes llegan. ¿Has
sentido el calor que se vibra al despedir?, y ¿lo fresca que es el área donde se recibe? Son
las emociones las que ahí mandan… no nosotros.
[“… y si hay un cambio repentino de la presión en la cabina, saltarán frente a sus
ojos –¡gulp!– las máscaras de oxígeno, y favor de ponérselas primero ustedes y después
a los niños”]. Ahí –sigo analizando– todos se hacen bolas y empiezan a buscar miradas
que, en complicidad, les ayuden a entender: “¡cómo primero yo –parecen decir–, los niños
primero!”. Así ha de ser su vida, pienso yo, se olvidan de sí mismos, se vuelcan en los
demás y luego se quedan sin aire para ellos mismos. Me dan ganas de tomar el micrófono
del avión y decirles: “el mejor papá, la mejor mamá, el mejor hermano, el mejor hijo, es
aquel que primero está bien consigo mismo, que se da a sí misma, que se respeta y busca su
bienestar y luego le da a los demás, porque si no lo hace… no puede dar con calidad y se
agota la energía”. La energía es como una cuenta en el banco, hay que usarla pero siempre
guardar algo en reserva.[“… serviremos los alimentos en unos instantes…”]. Los ruidos de las mesitas
portables no tardan en escucharse, parece que, de pronto, todos tienen hambre. Yo sigo
pensando en la filosofía de la máscara de oxígeno, empaño mi ventanita y empiezo a
escribir los sabios decires de Hillel:

“Si yo no estoy para mi… ¿ quién vá a estar?

Si sólo estoy para mi… ¿de qué sirve?

Si no es ahora… ¿cuándo?”

El letrerito del Alma-cén hoy lee así:

“Cursos gratis de: como ponerse bien, en la vida, la máscara de oxígeno”